«Aunque un médico pretenda que la filosofía le aburre, de hecho filosofa todo el día. En efecto, cuando razona bien practica la lógica; cuando da por descontado que los pacientes, enfermeras y farmacias existen fuera de su conciencia, practica el realismo ingenuo; cuando supone que también los genes y los virus son reales aun cuando no se los perciba, adopta el realismo científico; cuando rechaza la hipótesis de que las enfermedades son de índole y origen espirituales, suscribe una concepción naturalista del mundo; y cuando presta su ayuda aun sin tener la seguridad de cobrar, practica una filosofía moral humanista. En resumen, el médico filosofa aun sin saberlo» (Mario Bunge. Filosofía para médicos).
Filosofía para médicos es una de las últimas obras del gran físico y filósofo argentino Mario Bunge.
Primera prevención: no es un libro que enseñe medicina, ni lo pretende. Pero es un libro aconsejable tanto para sanitarios como para filósofos. Pocas obras concilian tanta oportuna adhesión profesional…
Filosofía para médicos estudia «algunos de los problemas que plantean la investigación y la práctica médicas». A saber: ¿por qué las medicinas tradicionales orientales no son eficaces? ¿Qué son las enfermedades, entes o procesos? ¿A qué se deben los errores diagnósticos? ¿Qué diferencia a la farmacología molecular de la tradicional? ¿Son imaginarios los efectos placebo? ¿Cómo superar el «punto muerto» actual en el desarrollo de psicofármacos? ¿Se puede alcanzar la salud permanente? ¿Por qué sobreviven en nuestra sociedad moderna las medicinas primitivas y tradicionales?
Bunge es un pensador máximamente realista, cientificista, materialista y sistemista. Como buen defensor del realismo científico, critica con dureza las pseudociencias (entre las que incluye el psicoanálisis y la homeopatía). Así, dirá que, a diferencia del curandero, el buen médico practica a diario todo un método filosófico:
«(1) una ontología materialista y sistémica (aunque no holista);
»(2) una gnoseología realista, escéptica y cientificista;
»(3) una praxiología científica y una ética humanista»;
y critica a todo médico que descarte las doctrinas mencionadas (por ejemplo, al homeópata, al antirrealista, al antihumanista: «la medicina debe protegerse de las políticas delictivas y de las filosofías morbosas», escribe).
Sostiene Bunge que la filosofía contribuye a la medicina científica si la abraza en «una membrana filosófica que la ayude a seguir creciendo en lugar de convertirse en dogma». Que hay «dos farmacopeas: la eficaz para ricos [científica], y la ilusoria para pobres [curanderismo]». Y que «la filosofía debiera servir a diseñar filtros capaces de separar el seudorremedio del remedio auténtico. […] Si quieres medicación, ayuda a la investigación. Y si quieres investigación, cultiva una filosofía que la promueva».
Quizá no esté de más recordarlo en estos tiempos de parva asistencia a la investigación.
Bibliografía:
Bunge, Mario. Filosofía para médicos, Gedisa, Barcelona, 2012.