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Poca transparencia y conflictos de interés en el núcleo de la herramienta para la evaluación del riesgo de fractura FRAX®

The Trojans deceived. Rev Royal Robbins. (New York, 1830).

Puede que el caballo de Troya sea el engaño más célebre que se conoce en la literatura occidental. El enorme caballo de madera preñado de soldados ocultos permitió la caída de la hasta ese momento inexpugnable ciudad de Troya, y puso a fin a diez años de penosa guerra. El caballo fue aceptado sin recelos por los troyanos como un regalo, acaso una obra de los dioses o una deidad en sí mismo, lo cierto es que su aura de divinidad contribuyó a una confiada apertura de las puertas de la ciudad. 

La herramienta FRAX® calcula mediante algoritmos la probabilidad de fractura osteoporótica a 10 años de la persona [1] y condiciona la decisión de tratar con medicación antiosteoporótica. La herramienta fue desarrollada por el profesor John Kanis, director del centro colaborador con la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el estudio de enfermedades metabólicas óseas de la Universidad de Sheffield.  Aunque FRAX no cuenta con evidencia sólida que respalde su utilidad para determinar quién puede beneficiarse realmente de un tratamiento antiosteoporótico, se ha popularizado en la práctica clínica y está adaptada a  52 países, entre ellos España.

Sin embargo, hace unos meses Järvinen TL et al publicaron en el Canadian Medical Association Journal una carta muy crítica que se hacía eco de diversas irregularidades que rodean a la herramienta FRAX® [2]. Así por ejemplo, se comenta la falta de transparencia del FRAX®, y como sus desarrolladores no han cursado respuesta a ninguna petición para desvelar las ecuaciones que utiliza la herramienta para  el cálculo del riesgo de fractura, haciendo imposible cualquier validación externa del FRAX®. Por si la falta de trasparencia de la herramienta fuese poco, resulta que el desarrollador del FRAX®, John Kanis, es casualmente uno de los dos editores jefe de la revista Osteoporosis International, una revista en la que él mismo ha publicado más de 50 artículos relacionados con FRAX®, que pone bajo sospecha la independencia de la revisión “por pares (peer review)” que se hizo de los artículos remitidos a la revista. Esa revista se ha caracterizado por servir de plataforma para la defensa del FRAX® ante las críticas, como por ejemplo que FRAX® tiende al sobre diagnóstico de la osteoporosis y en consecuencia al sobre tratamiento.

De acuerdo con algunas estimaciones que se comentan en la carta de  Järvinen TL et al, si se aplicasen en EEUU las guías de práctica clínica basadas en el FRAX, el 72% de las mujeres norteamericanas de raza blanca mayores de 65 años y el 93% de las mayores de 75 años serían candidatas al tratamiento farmacológico para la osteoporosis.

Este aspecto es importante, máxime cuando se conoce que al menos 10 compañías farmacéuticas apoyaron el desarrollo de la herramienta FRAX®. Pese a ello, John Kanis, y otros desarrolladores de la herramienta han declarado no tener ningún conflicto de interés en sus publicaciones relacionadas con FRAX®, pero cuando se trataba de publicaciones no relacionadas con el FRAX®, estos mismos autores declaraban extensas listas de conflictos de interés.

Con el fin de evitar la conducta inapropiada o deshonesta en la investigación científica, se están empezando a extender iniciativas preventivas como la “declaración de transparencia”, que constituye un requisito para la publicación de artículos en revistas como el Brittish Medical Journal o en España recientemente, en la Revista Española de Salud Pública [3].

En conclusión, parece prudente que ante esta situación, en tanto en cuanto no se aclaren las cuestiones de transparencia de la herramienta del FRAX®, las inconsistencias en la declaración de los conflictos de interés de sus desarrolladores, y a la vista de  comportamientos tan poco éticos como el uso de una revista para su autopromoción, se debe ser muy escéptico a la hora de interpretar los resultados que arroje la herramienta FRAX®. No vaya a resultar al final que, ocultos dentro de la herramienta que auspicia la divina OMS, se revelen los oscuros intereses del mercado.

Diego Macias Saint-Gerons, farmacéutico.

1) FRAX ® Herramienta de Evaluación de Riesgo de Fractura desarrollada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Disponible en:  http://www.shef.ac.uk/FRAX/tool.aspx?country=4

2) Järvinen TL, Jokihaara J, Guy P, Alonso-Coello P, Collins GS, Michaëlsson K, Sievänen.  Conflicts at the heart of the FRAX tool.2014;186(3):165-7

3) Catalá-López F, Peiró S, Hutton B, Pérez Andrés C, y Moher D. Declaración de transparencia: promoviendo una publicación más completa, honesta y adecuada de los artículos científicos. 2014 Mar-Abr;88(2):181-6. Disponible en: http://tinyurl.com/q6xdfq6

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“VIDAS INTENSAS ¿DOSIS INTENSAS?” DE LA TERAPIA INTENSIVA CON ESTATINAS EN PREVENCIÓN PRIMARIA

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Jefe sioux Gall (Vesícula). 1880. Fuente: Wikipedia

Hace unas semanas leí en el País[1] un entretenido artículo sobre Gall “Vesícula” un fiero guerrero Sioux cuya biografía no desmerece en nada la del célebre “Toro Sentado”. Al igual que aquél, “Vesícula” había destacado por su arrojo en las luchas que los Sioux mantenían con otra tribu rival “los Crows” y en la batalla de Little Big Horn que supuso la aniquilación de todo el séptimo de caballería incluyendo al arrogante general George A. Custer. Sin embargo, “Vesícula”, una vez enterrado el hacha de guerra que tantas cabelleras había desollado, abandonó la palpitante vida nómada en las praderas, y se entregó a otra mucho más sedentaria. Tras la firma de los tratados de paz, la frenética caza del bisonte dio paso a las bandejas repletas de ostras que le servían en su residencia. No tardó en sobrevenirle la obesidad. La solución a esos males, llegó en  forma de medicina milagrosa. Si bien transcurrido algún tiempo, la falta de resultados del  tratamiento impacientó al guerrero del tal modo, que expeditivo como pocos, decidió beber todo el medicamento de un sólo trago. La dosis ingerida fue tan alta que le llevó a la tumba (o a cabalgar de nuevo en las praderas de Manitu, esto no se sabe a ciencia cierta). Quién podría haber imaginado que una dosis intensa de un medicamento anti-obesidad fuera terminar con la vida igualmente intensa de “Vesícula”, el orgulloso guerrero de las praderas que tantas flechas y balas enemigas había esquivado.

Hoy en día, la morbimortalidad cardiovascular se asocia con la obesidad y con otros factores de riesgo modificables, como el colesterol. Las estatinas son los medicamentos más utilizados para la reducción de los niveles de colesterol. En principio, las estatinas se concibieron como medicamentos para la prevención secundaria de eventos cardiovasculares aunque en la actualidad se utilizan también en prevención primaria. Además, en los últimos años se han realizado ensayos clínicos con dosis cada vez mayores o con estatinas más potentes (terapia intensiva) que han resultado útiles en la prevención secundaria de la enfermedad cardiovascular bajo el lema “el colesterol cuanto más bajo, mejor”. Sin embargo, la evidencia que respalda el uso de estatinas potentes o dosis altas en prevención primaria es escasa.

Resulta curioso como, de manera paralela al vencimiento de las patentes de algunas estatinas, han irrumpido en el mercado otras nuevas mucho más potentes (y más caras). Además, las presentaciones que contienen dosis más altas reportan mayor margen de beneficio a los fabricantes que las presentaciones de las dosis bajas porque la financiación de los medicamentos por parte del Estado se establece en base a la Dosis Diaria Definida (DDD). Por todo ello, no es descartable que puedan existir presiones de tipo comercial en toda la cadena para promover el uso de la terapia intensiva con estatinas.

En un estudio reciente realizado en España[2] en 69.737 pacientes sin antecedentes previos de enfermedad cardiovascular (enfermedad cerebrovascular, coronaria o arterial periférica) se examinaron los factores que se asociaban con la instauración de la terapia intensiva con estatinas (dosis> 40mg de simvastatina/día o estatina equipolente) respecto al inicio con terapia estándar (dosis ≤ 40mg simvastatina/día o estatina equipolente). En ese estudio transversal se observó que el inicio del tratamiento con estatinas a dosis altas o potentes en prevención primaria no era muy elevado pero aumentaba de forma notable en los últimos años. Cabe destacar que algunos factores que se asociaban con la terapia intensiva, como la edad, el hipotiroidismo, o el tratamiento simultáneo con fibratos, ezetimiba o antagonistas del calcio, podrían exacerbar el riesgo de reacciones adversas con respecto a la utilización de dosis más bajas de estatina.

Por ello, a falta de ensayos que, en prevención primaria, comparen el beneficio de las dosis altas o potentes respecto a las dosis bajas-moderadas (menos potentes) parece aconsejable una valoración del beneficio/riesgo del tratamiento antes de instaurar una estatina en prevención primaria, con especial atención a los factores que pueden incrementar el riesgo del tratamiento y evitando el empleo de dosis altas o potentes -salvo en casos justificados- para minimizar el riesgo de reacciones adversas.

Diego Macías Saint-Gerons, farmacéutico

1. Antón J. A por Custer con el hacha de guerra. El País 2013. Disponible en: http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/06/actualidad/1375814265_762098.html

2. Macías Saint-Gerons D, de la Fuente Honrubia C, Montero Corominas D, Gil MJ, de Andrés-Trelles F, Catalá-López F. Standard and intensive lipid-lowering therapy with statins for the primary prevention of vascular diseases: a population-based study. Eur J Clin Pharmacol. 2013. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24062166.

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SESGO DE PATROCINIO EN LOS ANÁLISIS COSTE-EFECTIVIDAD: “QUIEN PAGA MANDA”

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El cambista y su mujer (1539), Marinus Van ReymerswaeleEl cambista y su mujer (1539), Marinus Van Reymerswaele

 

Recientemente, un interesante artículo publicado en PLoS ONE por Catalá-López y cols, aborda un tema controvertido como es el “sesgo de patrocinio”, que consistiría en un potencial sesgo de los resultados y conclusiones de un estudio motivado por la fuente de financiación que ha promovido su realización.

El artículo trata un tema muy relevante en salud pública, pues se revisan estudios que analizan el coste-efectividad del tratamiento farmacológico con estatinas (muy prescritas en consultas de atención primaria), trabajos que a la postre, pretenden servir como guía para la toma de decisiones sanitarias, como por ejemplo la financiación del tratamiento con cargo a los fondos públicos, o su  inclusión en guías farmacoterapéuticas, entre otras.

En la revisión sistemática, los autores examinan una cohorte de análisis coste efectividad (ACE) realizados con estatinas para la prevención cardiovascular (primaria o secundaria). Los resultados del análisis pusieron de manifiesto la existencia de diferencias en el tipo de resultado (favorable, desfavorable o neutro) según fuese su fuente de financiación, siendo los estudios promovidos por la industria farmacéutica, más propensos a publicar resultados favorables en comparación con los estudios no financiados. Además los estudios promovidos por las compañías farmacéuticas nunca presentaron resultados desfavorables o neutros sobre sus productos.

La tabla 4 del artículo ilustra muy bien este aspecto.

 

Table 4. Study conclusions by funding source.

* Includes non-profit, no funding and/or no disclosure

Conclusion by prevention category Industry sponsored Non-industry sponsored* P-value
Primary prevention (n=43)
Favourable 24 8 <0.0001
Unfavourable/neutral 0 11
Secondary prevention (n=46)
Favourable 30 14 0.2221
Unfavourable/neutral 0 2
All (n=89)
Favourable 54 22 <0.0001
Unfavourable/neutral 0 13

 

* Includes non-profit, no funding and/or no disclosure

 

Las asimetrías en los resultados de los ACE en función de la fuente de financiación, parecen indicar el gran potencial para la manipulación que brindan este tipo de estudios, poniendo de manifiesto la necesidad de ACE realizados por promotores independientes –al margen de la industria farmacéutica- para evitar la distorsión de los resultados, y por la dimensión que estos sesgos pueden conllevar para la toma de decisiones.

 

El artículo completo se puede descargar aquí:

http://www.plosone.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pone.0069462

 

Diego Macías Saint-Gerons, farmacéutico..