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EL PASTILLERO DE LA PREYSLER Y EL DE TOMASA

Siguiendo el ejemplo de esta memorable entrada de Rafa Cofiño en su blog Salud Comunitaria, se me ha ocurrido reproducir un ejercicio similar para la segunda edición del curso “Polimedicación y Salud” que estamos llevando a cabo en nuestra plataforma formativa.

Partimos de esta noticia publicada en El Mundo: El secreto de su juventud. Preysler: ‘Tengo un pastillero para las cenas y otro para las comidas‘.

Las pastillas que toma: vitamina E, complejo vitamínico B, vitamina C, magnesio, colágeno, calcio y un compuesto llamado triconails (TM). Desconocemos si toma, además, algún medicamento.

Un resumen de su biografía, que podemos encontrar en Wikipedia, para conocer algunos detalles ignotos de su vida.

Pues bien. Isabel tiene 62 años. Los mismos que Tomasa, que vive en un pueblo muy humilde de 350 habitantes del norte de Cáceres, sin más equipamiento público que un ayuntamiento, un hogar del pensionista, la iglesia, un colegio de primaria con 8 niños de distintas edades, un par de bares, una farmacia-botiquín y el consultorio local. Su casa tiene 82 metros cuadrados y en ella vive su hijo, desempleado, de 43 años. Su hija, Carmen, de 38, trabaja como enfermera en Badajoz y desde que Tomasa está comenzando a tener problemas de corazón no para de ir y venir para cuidarla y llevarla a los médicos. Se ha trasladado a una habitación sin ventanas de la planta baja para no tener que subir escaleras, donde duerme sola.

Diabética y aquejada de múltiples dolores y achaques etiquetados a una depresión y ansiedad que enmascaran un síndrome del nido vacío, en el último año ha sufrido varias anginas de pecho y alún episodio de ictus transitorio, a pesar de un cataterismo con varios stents y la ingente medicación que toma: rosuvastatina, ezetimibe, aspirina a dosis antiagregante, metformina, bisorolol 2,5, Ticagrelor y pantoprazol. En total, 7 medicamentos, los mismos que toma Isabel Preysler.

Al ver que su madre comienza a tener fallos de memoria (no sé si por deterioro cognitivo de origen vascular o como consecuencia del sentimiento de vulnerabilidad o al secuestro de la autonomía al que le somete al ver a su madre desvalida) y que tanto cambio de pastillas la están volviendo un poco confusa, Carmen le prepara semanalmente el pastillero que le hemos cedido para que se organice con sus pastillas y no se confunda. Tomasa sigue haciendo la comida, pero cada vez se descuida más. Su marido, Ernesto, 12 años mayor que ella, es el que tiene que ir a la compra, pero la más de las veces se vuelve con la mitad de la compra sin hacer, y en casa apenas colabora. Las vecinas le echan una mano cuando Tomasa ingresa.

Imaginemos la vida de Isabel y la de Tomasa. La trayectoria vital de una y la de otra. Las circunstancias y condiciones de vida de una y de la otra. Y acabemos comparando el pastillero de una y la de la otra.

¿Qué diferencias hay entre los dos pastilleros, en cuanto a la gestión del mismo y sus contenidos? ¿Cuáles son los determinantes esenciales, las causas findamentales, de estas diferencias? ¿Es una cuestión de “genes”, como afirma Isabel? ¿”Somos lo que comemos”, como afirma Isabel? ¿Cómo crees que afrontan su salud estas dos maneras? ¿Qué expecativas de salud pueden tener?

¡Buena semana a todos!.